El proceso de convertirse en persona, es la tarea a la cual todos los seres humanos, hombres y mujeres, estamos enfrentados. Es en base a nuestras experiencias de vida que vamos forjando nuestra identidad personal, la que, en términos muy simples, se puede definir como “las ideas que tenemos acerca de cómo somos y cómo nos ve el mundo”.
En la construcción de nuestra identidad personal, podemos decir que es la adolescencia cuando surgen las primeras respuestas tentativas a la pregunta de ¿quién soy yo?, respuestas que vamos a estar revisando y actualizando por el resto de nuestras vidas. La identidad personal es un proceso que comienza a esbozarse en la infancia y se construye a lo largo de la vida.
El hombre al momento de nacer, nace libre, por ende a lo largo de su vida, es capaz y libre de elaborar su propia identidad, sin embargo existen varios factores que pueden ir moldeandola, por lo que la identidad de cada persona se va modificando, reafirmando, tomando coherencia y significado a medida que transcurre el tiempo y a través de las situaciones diarias a lo largo de nuestra vida.
Es un hecho que, en la realidad, lo que cada uno de nosotros hace es lo que es. Es decir, con nuestras acciones estamos representando y mostrando lo que somos, lo que pensamos, etc.
Un ejemplo de la afirmación anterior es, cuando conocemos a una persona , la primera frase que intercambiamos es :¿Qué es lo que haces? o también es muy común que le preguntamos a un niño: ¿Qué te gustaría ser cuando grande?.
Es claro entonces que nuestro hacer, vale decir, en este caso, nuestra ocupación productiva nos proporciona identidad. Pero, junto con la ocupación productiva además nos identifica nuestra historia de vida, la que también está relacionada con el hacer; por ejemplo, no deja de ser importante en la identidad de alguien los siguientes aspectos: dónde estudió, en que ha trabajado, cuáles son sus hobbies, etc., en el fondo cual es su historia de vida.
Vale decir con respecto a esto, que una persona que tenga estudios superiores, o una profesión importante y que le genere “riquezas”, ya sea una casa grande, un automóvil, un equipo de musica moderno, etc. va a ser mirada por la sociedad como un ser admirado e incluso como un ejemplo a seguir.
Sin embargo, aquel individuo que tiene un trabajo cuya remuneración le alcanza para subsistir con lo necesario, sin mayores lujos, y a la vez se encuentra conforme con eso, es catalogado como mediocre, como una persona que no aspira a más.
La opinión de otras personas con respecto a nuestro obrar, o nuestra ocupación o modo de vida, influye queramos o no en la creación de nuestra identidad. Pues aún así estemos conformes con nuestra forma de vida y los cánones por los cuales nos regimos, igual vamos moldeando nuestra identidad, ya sea adaptando costumbres, acciones, forma de vestir, de hablar, incluso de pensar.
Entonces, cada persona es libre de imaginar, crear y llevar a cabo la identidad que desee adaptar como, valga la redundancia, identidad personal. Y por último el significado del “hacer” o del “haber hecho” reafirma positiva o negativamente nuestra identidad, aunque a veces creamos que nos es indiferente, y esto está íntimamente ligado a nuestra satisfacción de vida.
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